jueves, 15 de mayo de 2008

Nacidos para dominar

Las efemérides se acumulan. Cantaba Loquillo “...ha habido demasiadas muertes en el panteón del rock&roll”. Ayer hizo 25 años que murió en un accidente de circulación Eduardo Benavente joven realidad de la música española, que dejó un puñado de buenas canciones, su leyenda y la incertidumbre de no saber hasta dónde habría llegado con su talento de no ser por lo prematuro de su muerte.

Cuando uno conoce el legado de canciones que dejó Eduardo Benavente sorprende profundamente saber que su primer grupo lo formó junto a Nacho Cano, se llamaba Prisma y acabó en pelea. Después conoció a los Tequila y junto con el hermano de uno de sus miembros formó Plástico. Mientras tanto (estamos hablando de 1980) entra a sustituir al batería de los Pegamoides, huido a Ejecutivos Agresivos tras la entrada en el grupo de Ana Curra. Alaska y los Pegamoides consigues al fin una formación estable y graban “Terror en el hipermercado” y “Hospital”. Eduardo encaja perfectamente en la formación debido a la energía que imprime con sus baquetas, sin embargo ciertos problemas con la compañía de discos Hispavox le impulsaron a formar junto con su hermano Javier el grupo Escaparate aunque sin abandonar Pegamoides. En su música y estética aun se notaba la influencia del sonido Tequila.

El cambio en Eduardo Benavente se produce cuando Alaska y los Pegamoides hacen de teloneros de las Modettes un grupo de chicas minifalderas británicas. Eduardo se liga a una de ellas y se va tras sus pasos a Londres. Allí descubre el after-punk, bandas como Siouxi o Killing Joke y se vuelve de su periplo cargado de discos. Tras su regreso convence a Olivido Gara y Ana Curra para realizar otro viaje a la capital de las islas británicas y ahí se transforma definitivamente el sonido de Alaska y los Pegamoides, que por influencia directa de Eduardo Benavente se vuelve más oscuro. Esto choca de frente con Carlos Berlanga, que hasta entonces había sido el principal cerebro del invento Pegamoides y que era más cercano a la música pop, festiva, colorista y desenfadada. Este enfrentamiento dentro de las filas de Pegamoides supuso la disolución del grupo. Berlanga inició por su parte el proyecto Dinarama (al que posteriormente y de manera definitiva se unirían Olvido Gara “Alaska” y Nacho Canut que en principio permaneció junto a Eduardo).

Como ya hemos visto, Eduardo Benavente tenía en marcha un proyecto paralelo a Pegamoides llamado Escaparate en el que dio rienda suelta a ese sonido “after-punk” recientemente adquirido y que pasó a llamarse Parálisis Permanente.

Pero la influencia de Eduardo Benavente no terminó en Pegamoides. En aquel año 1980 existía un grupo, de los llamados seminales, que estaba a punto de desintegrarse y la relación de sus miembros con Eduardo hizo que los proyectos emergentes se tiñesen de negro. Así de las cenizas de los skatalíticos Ejecutivos Agresivos surgieron Gabinete Caligari, Décima Víctima y Derribos Arias, en todos los cuales se hace notar en mayor o menor medida la influencia estética del líder de Parálisis Permanente.

El primer single de Parálisis Permanente estaba compartido con Gabinete Caligari e incluía los temas ‘Autosuficiencia’ y ‘Tengo un pasajero’. El estilo de ambos grupos se englobaba en lo que se denomina “música siniestra” si bien cada grupo poseía una personalidad propia, que acercaba a la banda de Eduardo Benavente al punk mas enérgico y anárquico, mientras que los de Urrutia creaban atmósferas más oscuras y opresivas con su rock gótico.


Portada del primer single compartido por Parálisis Permanente y Gabinete Caligari


Tras este primer single editado en 1981, Parálisis Permanente saca un segundo single, ya en solitario que incluía los temas ‘Quiero ser santa’ (creada en origen para los Pegamoides), ‘Unidos’, ‘Yo no’ y ‘Un día en Texas’. En 1982 publican su primer LP titulado “El acto” que obtuvo un éxito rotundo en cuanto a ventas se refiere, superando las nueve mil copias de la primera tirada. Los conciertos se incrementan por toda el territorio nacional, tenían galas todas las semanas. En 1983 grabarán ‘Nacidos para dominar’ y ‘Sangre’ que conforman el que a la postre sería último single del grupo.

El 14 de mayo de 1983 a las cinco de la tarde, volviendo Ana (pareja sentimental de Eduardo Benavente y teclista del grupo), Toti Árboles (que había tomado las baquetas tras pasar Johnny Canut a Los Nikis) y Eduardo de un concierto en León, por la A-68 dirección Zaragoza para tocar en un festival, el Seat Ronda en que viajaban se salía de la carretera por la lluvia en las proximidades de Alfaro (La Rioja). Tras varias vueltas de campana, Eduardo Benavente fallecía de inmediato a la temprana edad de veinte años.

‘Nacidos para dominar’ pese a haber sido grabado en marzo, se editó de manera póstuma. El grupo se disuelve tras la muerte de Eduardo Benavente, cuya influyente figura paso a la categoría de mito. Jamás sabremos hasta que cotas creativas habría llegado el joven Eduardo, aunque ya se adivinaba una evolución en el sonido de ‘Nacidos para dominar’ en la que la melodía empieza a ganar protagonismo a los riffs de guitarra.

Aunque el tema más recordado de Parálisis Permanente es ‘Autosuficiencia’ toda una descripción de lo que se supone ha de ser un “siniestro”, he preferido poner para recordar a Eduardo Benavente ‘Nacidos para dominar’, que desde mi punto de vista es, musicalmente hablando, uno de los mejores temas de la banda, con un sonido más depurado.


Nacidos para dominar - Parálisis Permanente

miércoles, 14 de mayo de 2008

I've got you under my skin

Hoy hace diez años que desapareció el último miembro vivo del “Rat Pack”, con el murió gran parte de ese siglo XX que por aquel mayo del 98 también agonizaba, ese siglo XX que cada vez es menos nuestro y más de los historiadores. Hoy hace diez años que murió Frank Sinatra (“La Voz”) y con él una forma de entender la vida, la amistad. Con él murió esa Las Vegas que muchos sueñan y que ya por aquel entonces sólo existía en su memoria y tal vez en algún rollo de celuloide.

Cuando pienso en Sinatra, pienso en swing, en big bands, en una cena en el “Dino’s Lounge” con los amigos, en casinos regentados por capos de la mafia (y no por ejecutivos de grandes corporaciones), en black-jack, ruleta, dados y por supuesto poker. Pienso en bourbon, en mujeres fatales, en fiestas en la suite del “Sands Casino Hotel”. Cuando pienso en Sinatra pienso en esa vida soñada por muchos de lujos, fiestas y excesos. Pienso en todo eso y probablemente no me equivoque. Pero también pienso en el paradigma del crooner, pienso en una persona volcada en su trabajo, que trataba cada canción de una manera especial, que se entregaba al cien por cien en todos sus proyectos. En Dean, Sammy, Peter y Joey amigos inseparables por los que todo lo daba y de los que recibía todo. Pienso en ‘Night and day’, ‘I’ve got you under my skin’, ‘Fly me to the moon’, ‘Strangers in the night’, ‘That’s life’ y por supuesto (a mi pesar) pienso en ‘My way’ .Pienso en todo eso y se que ahí, no me equivoco.

La carrera musical de Frank Sinatra está plagada de éxitos, de desapariciones y de resurgimientos. El último de ellos los protagonizó con los discos de duetos publicados en 1993 y 1994. No diré que fuesen esos discos los que me dieron a conocer a “El Viejo Ojos Azules”, tendría que haber estado recluido en una burbuja para no haber oído algo de Sinatra, pero sí que lograron acercarme más a su música. Concretamente fue ‘I’ve got you under my skin’ cantado a dúo con Bono el tema que me sirvió de acicate para acercarme a un tipo de música que por aquel entonces no frecuentaba.


I've got you under my skin - Frank Sinatra



domingo, 4 de mayo de 2008

Amor de madre

'Amor de madre’ es un precioso bolero que aparece registrada en el álbum ‘Privado’ (1989) de Gabinete Caligari. Compuesta por Jaime Urrutia, está obviamente dedicada a su madre. Ella tan sólo pudo escuchar la maqueta de la misma, ya que desgraciadamente falleció antes de la publicación del LP. Sobre una preciosa melodía se desarrolla una letra de corte costumbrista, estilo que el maestro Urrutia maneja a la perfección, que nos traslada a esa maravillosa patria que es la infancia. A más de una y de uno se les escapará una lagrimita si es que alguna vez han sentido u ofrecido ese ‘Amor de madre’.


Amor de madre - Gabinete Caligari



miércoles, 30 de abril de 2008

Castillos en el aire

Alberto Cortez es uno de los más prolíficos autores y cantantes argentinos del s.XX. Magnífico compositor y mejor poeta, a él debemos una gran cantidad de temas, quizá no del todo conocidos por estos lares, y mucho más en tiempos como en los que vivimos. Sin embargo, indagando un poco en su, por otra parte, extensa discografía, podemos encontrarnos con muy gratas sorpresas. Más que canciones nos toparemos con magníficas poesías, confeccionadas con un lenguaje sencillo y cercano que nos hablan de lo divino y de lo humano. Letras cargadas de rebeldía de compromiso social y por supuesto de amor.

Una de sus más conocidas composiciones es ‘Castillos en el aire’ (1980). La escuché muchas veces de pequeño. Después, durante un tiempo le perdía la pista. No conocía el título, ni el autor, ni siquiera recordaba la letra completa. Nadie supo darme referencias de ella. La volví a escuchar tras, ya digo, muchos años en una actuación televisiva de Dyango. Esto acabó de despistarme del todo, pues a partir de entonces orienté mi búsqueda en esa dirección, lo cual resultó del todo equivocado. No ha sido sino hasta hace bien poco y gracias a la inestimable ayuda de Internet, que he logrado recuperar esta pieza que se hallaba grabada en mi memoria, pero que el paso del tiempo ya había desgastado en demasía, hasta casi borrarla.

Castillos en el aire es un cuento, la historia de los vencidos, de los inconformistas, de los soñadores, en definitiva de los locos. Persiguiendo un ideal, ridiculizados por todos, son finalmente derrotados por una sociedad que se queda perpleja al constatar como aquel que todos tachaban de “pobre idiota” logra alcanzar la dicha. Los vencidos, ya digo, que no los perdedores. Personas a las que se les lastra el corazón con piedras, a fin de tenerlos controlados, bien cerca del suelo, para que compartan el mal de muchos, que no es consuelo de nadie. Personas a las que se extirpan las alas y con ellas la envidia de la mirada de aquellos que jamás se atrevieron a ser felices.

Me gusta identificarme con ese loco, con el “pobre idiota” que pretendía “volar igual que las gaviotas”, aunque de sobra se que yo no soy como él. Sin embargo no siento envidia, si no admiración por los que lo arriesgan todo por un sueño imposible... de ellos es la vida.


Castillos en el aire - Alberto Cortez




PD. No es del todo cierto que yo, de vez en cuando, no construya mis castillos en el aire y logre tomar algo de altura... qué triste sería todo de no ser así...

martes, 22 de abril de 2008

Summer son

He de admitir que esta canción al principio no me llegó. Confieso que durante algún tiempo he tenido bastantes prejuicios en lo que se refiere a la música. Así, por ejemplo, todo lo que sonase electrónico y bailable me producía cierto rechazo. Afortunadamente poco a poco me he ido despojando de esos prejuicios y trato de escuchar todo tipo de estilos y quedarme con lo que de cada uno me gusta. De esa forma he rescatado, por ejemplo, este 'Summer son' del grupo escocés Texas. Un tema pop, muy bailable y con unas guitarras contundentes, pertenecientes al LP 'The Hush' de 1999.

Como ya digo, Texas es una formación escocesa, que toma su nombre de la película 'Paris, Texas' (1985) cuya banda sonora fue una gran influencia para los miembros fundadores, y que editó su primer álbum allá por el año 1989 bajo el título 'Southside', álbum que incluía una de las más celebérrimas canciones del grupo: 'I don’t want a lover'. Texas es el proyecto musical de Johnny McElhone veterano bajista de la escena rock de su país, al que se incorpora como cantante una chica espectacular y de voz prodigiosa: Sharleen Spiteri. Ambos se encargarán de las tareas de composición de los temas. A ellos se les unirán Ally McErlaine, como guitarrista, Stuart Kerr, como batería y Eddie Campbell a los teclados. Aunque la formación ha ido variando a lo largo de los años, añadiéndoseles y perdiendo miembros según las circunstancias.

En sus tres primeros LPs, Texas factura un rock con sonoridades influenciadas por el blues, de destacable calidad en el primero de ellos, pero que fue perdiendo frescura, en los dos siguientes, hecho que acabó pasándoles factura en el capitulo de ventas. Ésto les hizo replantearse se carrera, y tras un parón de 4 años regresan en 1997 con 'White and blonde', disco que supuso un punto de inflexión en lo musical. El cambió les devolvió a las listas de éxito y se ve confirma en los siguientes álbumes de estudio. Su sonido había evolucionado hacia el soul, el pop y la música disco. Las guitarras pierden protagonismo frente a los secuenciadores y samplers. De esta nueva etapa surgen temas como 'Say what you want' (que podríamos considerar ya un clásico del grupo de Glasgow) o éste 'Summer Son' que hoy os traigo, editado como single, y que como no, nos habla un poco de los amores de verano, con un ritmo que invita a moverse.

Summer son - Texas

jueves, 10 de abril de 2008

Boadicea

Hubo una época en la que nunca faltaba en mi mochila de viaje una cinta que contenía los dos primeros álbumes de Enya, ‘The Celts’ y ‘Watermark’. Asiduo lector de fantasía épica (esta era prácticamente la única literatura de la que me alimentaba en aquel entonces), escuchaba una y otra vez los temas registrados en el casete, y mientras contemplaba el paisaje desde la ventanilla del vehículo que me transportara en esa ocasión, mi imaginación volaba por los campos cuajados de verdes brotes de cereal, recorriendo, bien a pie, bien a caballo las ondulaciones que el terreno presentaba. Otras veces ascendía grises y amenazadoras estribaciones montañosas y algunas otras recorría angostos caminos cuajados de despeñaderos, siempre en pos de alguna aventura. Artefactos antiguos, minas ocultas... en realidad nunca pensaba en el acontecimiento que podía haber desencadenado aquel viaje, ni cual sería el final del mismo, a mi imaginación sólo le importaba el camino, al fin y al cabo eso era y sigue siendo lo primordial. No importa donde acabemos, lo importante es lo que ocurre hasta que llegamos a nuestra meta. Las experiencias vividas, lo que nos encontramos durante el viaje, eso es lo que nos enriquece. El camino.

"El camino sigue y sigue desde la puerta
el camino ha ido muy lejos, y si es posible he de seguirlo
recorriéndolo con pie decidido hasta llegar a un camino más ancho
donde se encuentran senderos y cursos
¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo".



Eithne Patricia Ní Bhraonáin, cantante y compositora de música new age, nació en 1962 en el Condado de Donegal (Irlanda). Su seudónimo, Enya, proviene de la adaptación a la fonética y ortografía inglesa de su nombre. Sus inicios musicales los encontramos en Clannad, grupo familiar al que perteneció hasta 1982, momento en el que se lanza a la carrera en solitario debido a ciertas rencillas acontecidas en el seno de la formación.

Tras componer y cantar algunos temas para bandas sonoras y editar un EP de escasa repercusión, la BBC contrata a Enya para que sonorice una serie documental sobre los celtas. Esto dará lugar al primer álbum de la irlandesa titulado ‘The Celts’ (1987), que obtuvo un gran éxito en los mercados británico y estadounidense, pero que no trascendió al resto del mundo hasta después de la publicación de ‘Watermarks’ (1988), primer gran éxito internacional de la artista.

Aunque el auge que la música new age experimentó a finales de los 80 fue remitiendo poco a poco en la década de los 90, Enya ha seguido editando discos y cosechando éxitos, si bien cada vez menos multitudinarios. Personalmente, le perdí un poco la pista a partir de su tercer álbum, ‘Shepherd Moons’ (1991), debido a una creciente afición al rock que me alejó de la influencia musical que sobre mí había ejercido mi hermano mayor (gracias al cual conocí esta y otras músicas igualmente interesantes)

‘Boadicea’ pertenece al primer larga duración que editó Enya, ‘The Celts’. Se trata de un tema instrumental, como todos los que componen el disco a excepción hecha de ‘I want tomorrow’. Boadicea o Boudica fue una reina celta que logró reunir en torno suyo a varias tribus para llevar a cabo uno de los mayores levantamientos contra la ocupación del Imperio Romano que se produjeron en Britania. Entre los años 60 y 61 d.C. aproximadamente, el ejército reunido por Boudica bajo el estandarte de Andrasta, diosa de la victoria, logró arrasar varias ciudades tomadas por los romanos, así como acabar con la Legio IX Hispana. Pero, finalmente, la disciplina y superioridad táctica de las tropas romanas pusieron fin a la revuelta protagonizada por los britanos, a pesar de que en esa última batalla, éstos se encontraban en mayor número. Boudica, consciente del desastre y ante la imposibilidad de la huída, decide suicidarse tomando veneno, para evitar de esa forma captura y desgracia.


Boadicea - Enya


viernes, 4 de abril de 2008

Sangre española

“El Pasmo de Triana domina la muerte...” así empieza ‘Sangre española’, de Gabinete Caligari, que vio la luz en forma de single en 1983 y que forma parte del LP del mismo año ‘Que dios reparta suerte’, primero del grupo.

Sorprendió mucho en su momento que una formación como Gabinete Caligari, precursores en España, junto a los Parálisis Permanente de Eduardo Benavente, de la llamada “onda siniestra”, pasasen de recrear con su rock gótico unos ambientes oscuros y opresivos, a descolgase, de repente, con un swing dedicado la mítica figura del torero Juan Belmonte. Por supuesto , con la perspectiva que nos da el paso del tiempo y teniendo en cuenta el repertorio que compondrán en sus 18 años de andadura musical, no nos extraña nada este tema y, en realidad lo vemos más cercano a lo que el imaginario popular tiene asociado con la banda madrileña por antonomasia, encontrando más ajenas al grupo canciones como ‘Olor a carne quemada’, ‘Cómo perdimos Berlín’, ‘Obediencia’ o ‘Golpes’ compuestas en los años precedentes. Sin embargo, una atenta observación del cancionero de Gabinete Caligari nos permite darnos cuenta de que nunca dejaron de investigar nuevos ritmos y sonoridades, sin perder esa personalidad que los hace tan fácilmente reconocibles y que debe mucho a la peculiar voz de Jaime Urrutia.

En 1981 se reúnen en un estudio de grabación Edi Clavo (batería), Ferni Presas (bajo) y Jaime Urrutia (voz y guitarra) para registrar dos canciones ‘Golpes’ y ‘Sombras negras’ que, junto con otras dos de sus camaradas Parálisis Permanente, darán forma el debut discográfico de ambos grupos (autofinanciado y bajo el sello discográfico Tres Cipreses, creado por ellos mismos para la ocasión y que con posterioridad sería absorbido por DRO). Los dos primeros provenían de Ella y los Neumáticos, un grupo mod con una jovencísima Christina Rosenvinge como Ella y Jaime había militado en el combo Ejecutivos Agresivos que manejaban sonidos como el ska tan en boga en las islas británicas.

La idea original de estos tres jóvenes nada tenía que ver con los que después sucedió. Ellos habían pensado formar un grupo tipo Madness, mas acorde con lo que hasta entonces habían hecho. Pero se cruzaron en su camino unos vinilos de after-punk británico que el entonces Pegamoide Eduardo Benavente se trajo bajo el brazo después una aventura londinense tras las faldas de una chica y, como suele decirse en estos casos, el resto ya es historia. El nombre del grupo, la estética y el sonido se vieron influenciados por esta nueva música. Pero al poco tiempo otra eventualidad bien distinta hace cambiar definitivamente el rumbo de esta formación. Jaime y Edi, cantante y batería, son llamados a filas, lo cual supone un parón en la actividad de Gabinete Caligari, pero, a cambio, supuso también la ampliación del espectro musical de la banda. En palabras de ellos mismos, en le cuartel sólo se escuchaba a Los Chichos, Los Chunguitos y demás. Los Caligari se dieron cuenta de que a parte del rock y la música de influencia anglosajona había algo más y que la mayoría de la gente escuchaba esa otra música de raíces españolas. Así pues, quitándose los complejos de modernidad que lastraban a la mayoría de grupos, se lanzaron a mezclar esa base rockera que poseían con las influencias de música y temática cañí. De esa mezcla salen aproximadamente la mitad de las canciones que conformaron este primer álbum del grupo, ‘Que dios reparta suerte’. El resto de temas pertenecen a su anterior etapa y habrían formado un disco propio de no ser por la incorporación al servicio militar que sufrieron cantante y batería (a mediados de los 90 sí editan un cd bajo el título de ‘Sombras Negras’ recopilando todos los temas de su época siniestra).

Así pues, en ‘Que dios reparta suerte’ nos encontramos una amalgama de estilos que van desde el psyco-billy con acompañamiento de castañuelas del tema que da título al LP, hasta canciones de oscura temática como ‘Grado 33’, pasando, por supuesto, por el swing cañí de ‘Sangre española’. Para rematar la confusión de estilos, los miembros del grupo aparecen en la portada fotografiados con indumentaria rocker en el poblado vaquero del desierto de Tabernas (en Almería).

Portada y contraportada del sigle "Sangre española"

‘Sangre española’ sirve de homenaje a la figura de Juan Belmonte, rememorando su trágico final. Este torero sevillano, nacido en 1892, rival en los ruedos y amigo fuera de ellos de José Gómez Ortega “Gallito” (o “Joselito”), miembro de hecho y de derecho de la “Generación del 98” (sólo que él expresaba su arte de forma diferente al resto), fue autodidacta y rompió con el paradigma considerado hasta entonces ley natural de "o te quitas tú o te quita el toro" y lo transformó en "no te quitas tú ni te quita el toro, si sabes torear". La aportación de Belmonte al toreo fue en esencia de carácter estético, convirtiéndose en el nuevo patrón a seguir por las futuras generaciones de toreros.

Juan Belmonte, convertido ya en un ganadero de casi 70 años, perdió la vida por voluntad propia en 1962, pistola en mano. Aunque él ya estaba muerto, murió al 16 de mayo de 1920 en la plaza de toros de Talavera de la Reina, junto con su eterno rival y sin embargo amigo “Joselito el Gallo”. Finalmente, en esa rivalidad que los medios habían creado entre ambos, a ojos del maestro Belmonte, su amigo le había ganado la partida.

En cuanto a mi historia personal con respecto a esta canción, podría contarla, pero ‘Sangre española’, al igual que el resto de temas creados por Gabinete Caligari, ha empapado el tejido de más de la mitad de mi existencia de tal manera, que me resulta imposible desentrañar en que modo y momento empieza a formar parte de mi, por lo que finalmente tendría que contar mi vida casi por completo, y creo que esta entrada ya es suficientemente larga ¿no os parece?


Sangre española - Gabinete Caligari


martes, 1 de abril de 2008

La Estatua del Jardín Botánico

Cayó en mis manos allá por el 89 (ha llovido un poco desde entonces, no?)el disco en directo de Radio Futura, Escuela de Calor. Por aquellos entonces me gustaba comprar directos de lo más variados (A por ellos... que son pocos y cobardes, de Loquillo y los Trogloditas; Serious Hits Live, de Phil Collins...), y es que siempre he odiado la música enlatada y los playbacks.

Creedme si os digo que durante más de año y medio ese cassette (tal fue el formato elegido)apenas salíó de mi inseparable walkman, y puedo dar fe de la buena calidad del mismo, porque no se rompió ni perdió calidad de audio con toda la tralla que le dí. Imagino que dada la edad en que me encontraba y la situación personal de entonces contribuyeron a hacer que "perdiera" horas al día reflexionando, pensando, comiendome el tarro con los hermanos Auseron como banda sonora perpetua. Y es que había temas que, a poco que rascaras, te contaban cosas muy interesantes.

Y uno de esos temas era "La estatua del Jardín Botánico". Era aquella una edad muy mala, empezaban los escarceos más o menos amorosos, empezabas a definirte como persona (o personaje, en algunos casos como el mío) y cuanto más oía la canción, más me identificaba yo con esa estatua, en medio de "un jardín tan extraño", tan diferente a todo lo que le rodeaba, tan estática, pensativa, reflexiva, y dejando pasar los días "sin tomar una determinación".

Radio Futura fue, sin duda, uno de los buques insignias del panorama musical en España. Dejaron joyas como "La Negra Flor", "Escuela de Calor" o la insuperable "Anabel Lee", y también verdaderos himnos como "Enamorado de la Moda Juvenil" o la mismísima "Escuela de Calor". Luego vinieron los tiempos de "Veneno en la Piel", que le otorgaron un gran éxito entre el público y la crítica en general, aunque personalmente, para mí, fue el principio del fín de la banda. Menos mal que siempre nos quedará Juan Perro, para seguir disfrutando.

Traigo esta canción a este blog como tributo a aquellos años (que tampoco tienen por qué ser los mejores, ojo), y en honor al recién celebrado Baile de la Rosa de Mónaco, inspirado este año en la Movida Madrileña cuelgo este video con una estética muy ochentera, y con un jovencísimo Santiago Auseron:

lunes, 31 de marzo de 2008

El hombre que casi conoció a Michi Panero

Al fin traemos por estos lares un tema actual, o al menos bastante reciente, concretamente este ‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’ se publicó por primera vez en el 2005.

A Nacho Vegas, autor de la canción que nos ocupa, lo conocí a través del disco que sacó junto con Enrique Bunbury en 2006: ‘El tiempo de las cerezas’, un doble álbum que, si bien no me apasiona, veo interesante su escucha, pues se pueden descubrir en él algunas pequeñas joyas musicales.

Nacho Vegas proviene de las primeras hornadas de grupos “indie” de España, que vieron la luz a principios de los 90 y que, por lo general, me espantan. Militó en Manta Ray hasta finales de dicha década, momento en el que abandonó la formación para iniciar su carrera en solitario.

Podemos definir a este asturiano como a un cantautor de música folk, intimista, de enrevesadas letras que se alargan hasta lo imposible y que se adentran en muchas ocasiones en el campo de lo onírico. A pesar de todo, en su música podemos reconocer fácilmente una tendencia al rock y, eso si, unas inquietudes creativas, por decirlo de alguna manera, poco ortodoxas.

‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’ me cautivó desde la primera escucha. La letra, que no tiene desperdicio (recomiendo estar atentos a ella), rinde su particular homenaje a la figura de José Moisés Santiago (Michi) Panero Blanc, intelectual, literato sin obra alguna publicada, columnista, dandi, noctámbulo y mujeriego. Este destacado personaje del Madrid de los 70 y 80, abandonado por casi todos, falleció en Astorga (ciudad de su infancia) en 2004, víctima, tal vez, de la intensidad con la que apuró la vida.


El hombre que casi conoció a Michi Panero - Nacho Vegas



martes, 25 de marzo de 2008

Quiero besarte

Hoy os traigo un no se si muy conocido tema de los, por otra parte, conocidísimos Tequila. Alejo Stivel, Ariel Rot, Julián Infante, Felipe Lipe y Manolo Iglesias, en palabras de Diego A. Manrique, desvirgaron a este país (que es España) en cuestión de rock&roll. Un rock&roll de claras influencias “stonianas”, tanto en el sonido, como en la estética, desinhibido, contagioso, fresco y por supuesto, cantado en castellano (algo no tan habitual en aquella época como se pudiera pensar).

Tequila fue convertido rápidamente en fenómeno de fans, una estrategia de Zafiro, su discográfica, que supo aplicar la experiencia adquirida a mediado de los 60 con Los Brincos. Pero Tequila poseía la suficiente calidad y autenticidad como para gustar también a un público que demandaba otro tipo de música que no fuera la propuesta por grupos como Los Pecos o baladistas de toda índole.

‘Quiero besarte’ (1979) es un tema muy funky, con una de esas letras desenfadadas que firmaban los Tequila. Historias y experiencias muy cercanas para los jóvenes de la época (y, por qué no, para los de ésta y los de las que haya habido entre tanto).



Quiero besarte - Tequila


miércoles, 19 de marzo de 2008

First we take Manhattan

Corría el año 1988 cuando Leonard Cohen lanzó al mercado 'I’m your man', para algunos, obra cumbre, como músico y cantante, de este polifacético autor canadiense, nacido en 1934.

Yo aun era un niño, pero ya desde la primera vez que escuché a Leonard Cohen cantar aquello de “First we take Manhattan...” me atrajo su voz grave, a punto de romperse y el contrapunto que ofrecían los coros femeninos. Me atrajo la música que acompañaba a aquellas voces, muy de la época, con unos arreglos muy electrónicos. Y me atrajo el video clip que realizaron para el tema.

Recuerdo perfectamente haberlo visto varias veces por TV. Y recuerdo, también, como logró que mi interpretación de la historia que encerraba la canción fuese totalmente errónea. Mis conocimientos de inglés por aquel entonces eran mucho más limitados de lo que lo son ahora (si no nulos), e imaginaba que aquel señor de abrigo negro y voz ronca nos cantaba una especie de historia de amor y espías durante la Guerra Fría (misteriosos maletines, una chica, trenes que parten hacia la frontera, aquel papel arrugado con los nombres de Manhattan y de Berlín...)

Ahora se que la letra de la canción nada tiene que ver con lo que yo pensaba, si no que se trataba de una reivindicación de su obra y un ajuste de cuentas con su discográfica, Sony, que no quería en un primer momento producir el disco, tras veinte años de contrato con él (“They sentenced me to twenty years of boredom / For trying to change the system from within / I’m coming now I’m coming to reward them”).

Ya digo que aquel LP salió al mercado en 1988. En esos años los discos estaban fabricados en vinilo y aun se vendían singles. De alguna forma convencí a mi madre de que ella quería el single que contenía esta canción (supongo que realmente lo querría o que se dio cuenta de que era evidente que el que lo quería era yo). El caso fue que lo compró y, aunque no se trataba del tipo de música que se espera que escuche un niño de la edad con la que yo contaba en aquel entonces, no es menos cierto que escuché infinidad de veces la cara A del single en la cadena HI-FI que teníamos en casa.

Como cara B, ‘First we take Manhattan’ traía otro gran tema del canadiense: ‘Take this waltz’, una adaptación musicada del poema de Federico García Lorca ‘Pequeño vals vienés’. Pero para ser fiel a la realidad, he de decir que no recuerdo haber escuchado jamás esa canción en aquella pequeña joya de plástico negro. Se conoce que mis inquietudes musicales y mi curiosidad no dieron tanto de sí como para que le diese la vuelta al disco (qué más le podemos pedir a un niño).



viernes, 14 de marzo de 2008

Garota de Ipanema

Un sábado cualquiera a una hora indeterminada de esa tierra de nadie que es la madrugada, un aprendiz de noctámbulo regresa tras una noche de farra. Se sienta en la cama y conecta la radio. El volumen, al mínimo, la música es apenas audible, pero lo inunda todo como si se tratase de la luz de un candil. Un ritmo sosegado, sensual y contagioso, una melodía dulce como el acento de la voz que la acompaña. Un latido que se funde con los del propio corazón haciéndose uno solo.

Por la mañana, en otro lugar y otro tiempo, en un conocido café, los clientes parecen hipnotizados por algo que sucede en el exterior. Una chica baja por la calle en dirección a la playa, lo hace cada día. Más de uno de los contertulios acuden puntuales su “cita” para verla pasar. El mundo parece acompasarse con el ritmo que va marcando el vaivén de sus caderas, y en los corazones de dos de los presentes ese ritmo va tomando forma.

El latido que hace de eje común a estas dos historias se llama bossa-nova, termino que empleaban los jóvenes brasileños de los años 50 y 60 para referirse a cualquier cosa o estilo nuevo, y que con posterioridad pasó a denominar a una nueva forma de entender la samba. En la bossa-nova, la samba sale de la calle y entra en los clubs, donde se puede disfrutar de ella con tranquilidad y en los que termina fundiéndose con el jazz y el jazz con la bossa-nova enriqueciéndose ambos estilos con el encuentro.

En esta historia, el aprendiz nunca llegó a maestro, pero escuchando cada sábado aquel programa de radio, llegó a amar la bossa-nova. Por su parte los contertulios del afamado Café Veloso, inspirados por la chica que cada día bajaba a la playa compusieron esta preciosa bossa-nova titulada “Garota de Ipanema”. Los nombres de los protagonistas: Vinicius de Moraes, que en 1962 escribió la letra y Antonio Carlos Jobim que la musicalizó. El aprendiz y la chica también tienen nombre, pero no creo que aporten nada a la historia, por lo que los prefiero obviar.



Garota de Ipanema - Jobim/Moraes


lunes, 3 de marzo de 2008

En cualquier fiesta

Fernando Márquez ‘El Zurdo’ firma este tema en 1984. Una especie de canción de despedida, pues ese mismo año abandonará temporalmente los escenarios (no así su actividad creativa, que aunque discreta ha sido continua) y por ende La Mode, formación en la que militaba junto a Antonio Zancajo y Mario Gil

Es ‘El Zurdo’ un personaje que no despierta todas mis simpatías, pero al que respeto como artista y que a dado forma a algunas de las más hermosas canciones pop (a él debemos himnos como ‘Para ti’, de Paraíso). Con un sonido claramente influenciado por Roxy Music, y unas letras llenas de poesía y guiños literarios, Fernando Márquez ‘El Zurdo’ alcanza con La Mode su cenit creativo, pasando poco después de su marcha de la formación, al más absoluto ostracismo (esta desaparición del panorama cultural no fue deliberada y debemos quizá buscar las causas en ciertos asuntos de índole política).

En 1996, y por casualidad, llega a mis manos ‘Para ti...’, un álbum que Fernando grabaría en solitario un año antes y en el que hace un repaso de algunos de sus temas mas conocidos. Lo encontré, ya digo, por casualidad en una feria de coleccionismo (de las que era asiduo visitante). En ese tiempo todo lo relativo a la música de la década de los 80 era denostado, y yo me encontraba ávido por redescubrir lo que consideraba pequeñas joyas del pasado, así que no dudé en hacerme con el CD de aquel Fernando Márquez ‘El Zurdo’ del que algo había leído en las crónicas de la década pasada. El disco no me decepcionó en absoluto y, de hecho, posteriormente adquirí un doble (casi triple) álbum en el que se recogían todas sus grabaciones con La Mode y algunos temas de Paraíso (su anterior formación). El tecno-pop elegante que registraron en aquellos temas era un rara avis dentro de mi discoteca personal siempre más cercana al rock.

‘En cualquier fiesta’ sabe a baile de antiguos alumnos, a pre-resaca, a reencuentro, a elegancia decadente, a lazos que el paso del tiempo no logrará romper, a memoria y a olvido, a copas vacías en mesas a medio recoger de salas de fiesta a punto de cerrar, a descanso tras una vida tal vez demasiado intensa, a fuera máscaras, a Martini con soda, a traje blanco y pajarita él y vestido de noche ella, a añoranza por lo que aun está por llegar... La escuchaba en mi walkman mientras volvía a casa de la Facultad y me imaginada a mi mismo en el futuro como un viejo dandi bailando con la chica que, por aquel entonces, pensaba que se alejaría de mi vida irremisiblemente, y con la que, fantaseaba, me encontraría muchos años después, como dice la canción “en cualquier fiesta...”


En cualquier fiesta- La Mode



jueves, 28 de febrero de 2008

Hurricane

Es curioso como llegó esta canción a mi vida. Siempre que la escucho recuerdo cómo fue la primera vez que disfruté con ella. Sonaba atronando la Escuadrilla de Destinos, del ACAR de Tablada, desde un radiocasete mono encima de una taquilla. El dueño de tan arcaico aparato no acertaba a decirme de qué tema se trataba, ni que artista la intrepetaba. Mi dificultad con la pronunciación inglesa (o yanki, más bien) y mi total desconocimiento de la carrera artística de Bob Dylan hicieron el resto. Pero la canción caló en mí.

Tanto fue así que muchos años después la volví a escuchar, y no tardé mucho en reconocer esos acordes de guitarra y violín que caracterizan a la composición. Esta vez tuve suerte, y el locutor me sopló el título y el autor, y ya a partir de entonces siempre que iba a algún Corte Inglés, al Sevilla Rock (¡qué tiempos!), al Carrefour (por aquellos entonces Continente) siempre buscaba el CD de Dylan que contuviera tal joya.

Finalmente lo conseguí, y el CD ha pasado a engrosar mi discoteca, y la canción ya ha perdido para mí esa parte mágica que tenía cuando la escuchaba exclusivamente en programas de radio muy distanciados en el tiempo y se resistía a que la encontrara enlatada. Aún así cada vez que la escucho no puedo dejar de recordar con nostalgia aquellos tiempos cuarteleros, aquellos personajes que se cruzaron conmigo durante un año en la ya defenestrada Mili, todos con sus miserias, sus alegrías, sus ganas de empezar a comerse el mundo...

Vaya por ellos, especialmente por El Gato, que no sobrevivió muchos meses a su reingreso a la vida civil.


Hurricane - Bob Dylan
lunes, 25 de febrero de 2008

Tu vuò fa l'americano

Nunca antes había escuchado nada acerca de Renato Carosone, hasta que hace unos años llega a mis odios por dos vías el nombre de este autor e intérprete de canción napolitana. Por un lado a través de la banda sonora de una película de Anthony Minghella ‘El talento de Mr. Ripley’ (basada en la novela homónima de Patricia Highsmith) y por otro lado, también a través de una banda sonora, pero en este caso de un anuncio de electrodomésticos. ‘Tu vuò fa l'americano’ (‘Quieres hacerte el americano’) y ‘Pigliate ‘na pastiglia’ (‘Tómate una pastilla’) son los temas que llegaron a mi, ambos muy frescos y divertidos, con ese toque mediterráneo que tanto me gusta. El segundo era una novedad absoluta para mi, pero el primero recordaba haberlo escuchado en mi infancia.

Renato Carosone fue uno de los más importantes músicos italianos del s.XX. Su máximo éxito lo alcanzó durante los años 50, pero continuó actuando hasta finales de siglo, a pesar de que en 1960 (durante el cenit de su carrera) anunció su retirada de los escenarios para dedicarse a otras actividades. Fue quizá ‘Torero’ su mayor éxito a nivel internacional (traducida a múltiples idiomas), aunque evidentemente, yo prefiero el tema que hoy os traigo.

‘Tu vuo' fa' ll'americano’, escrita en el dialecto propio de Nápoles, ironiza sobre la moda que se vivió (¿y se vive?) entre la juventud italiana (¿sólo la italiana?) de querer parecerse a los americanos, y lo hace a golpe de boggie-woogie (otra ironía más).

Resulta imposible no dejarse llevar por el ritmo que imprime este tema.



Tu vuò fa l'americano - Renato Carosone
miércoles, 20 de febrero de 2008

Space Oddity

No es esta una canción que forme parte de la historia de mi vida, le descubrí hace unos pocos años, pero creo que siempre estuvo almacenada en algún rincón de mi memoria esperando a que estuviese preparado para disfrutarla.

‘Space oddity’ es una composición del inigualable David Bowie de 1969 (ese año el hombre llegó a la Luna y el Comandante Tom se quedó colgado en las estrellas). Narra, de manera sublime, un supuesto episodio de la entonces recién estrenada carrera espacial. La música acompaña en todo momento el desarrollo de la acción y el dramatismo en la interpretación vocal que realiza Bowie es extraordinario (el modo en que dice “Tell my wife I love her very much, she knows”, la desesperación del Control de Tierra ante lo inevitable...)

Las lecturas que de este tema se pueden sacar son diversas y como en toda obra de arte subjetivas (dependerán, en todo caso, del oyente que se enfrente a ella) y no quedan exentas las referencias a las drogas, máxime teniendo en cuenta que 11 años después volvemos a tener noticias del Comandante Tom en “Ashes to ashes” donde se refiere abiertamente a él como “yonkie”.

Personalmente el tema me transmite un sentimiento de abandono, del hombre que, tras ser repentinamente consciente de una realidad que no es capaz de enfrentar, o de unas circunstancias que le superan, cesa su lucha y se deja llevar. En cualquier caso me parece una obra de arte de excepcional belleza de uno de mis músicos favoritos, que merece la pena disfrutar sin prejuicios.



Space Oddity - David Bowie
Blog colectivo sobre música, ecléctico por definición, en el que, a modo de viejos locutores de radio, cada cual pincha y comenta sus temas musicales favoritos.

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